Marruecos es una tierra de contrastes. Bañado al norte por las aguas del Mediterráneo, al oeste por las del Océano Atlántico, está también atravesado por las montañas del Rif y del Atlas y está sujeto a todo tipo de influencias climáticas.
Las regiones costeras son populares con el sol. Durante todo el año, vierte sus rayos y puedes disfrutar de sus beneficios en cualquier estación. Así, Agadir, a orillas del Océano Atlántico y principal balneario del país, ofrece a los aficionados a la ociosidad 300 días de sol anual, temperaturas suaves y ligeros vientos alisios. Más al norte, Taghazout, Mogador y Magazan también merecen el desvío.
Un poco más al interior, el clima abandona la suavidad mediterránea y se vuelve continental. Los relieves son más dibujados y presentan panoramas suntuosos. Es la tierra de los espacios abiertos, la tierra de los aventureros que pueden ir de excursión y hacer senderismo en todas las estaciones.
En el sur, el país se abre a la inmensidad del Sahara. Es en primavera y otoño cuando uno debe aventurarse allí. En medio de las arenas, el sol brilla y se refleja en las dunas. Estas extensiones desérticas exudan una sensación de irrealidad. Monta un camello y participa en una de las más bellas pinturas jamás compuestas por la naturaleza.